domingo, 15 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 7

Capítulo 7
"La Sentencia"

Por un momento en mi camino nocturno resurgió lo poco de humano que quedaba en mi interior. Comencé a mirar el lugar con otros ojos, recordando lo mucho que deseaba vivir en esta época, y un tenue sentimiento de nostalgia se apoderó de mí por un segundo. Pero no duró mucho, tenía una misión que llevar a cabo que no podía postergar por burdos sentimentalismos.
Seguí mi carrera asesina, y me detuve frente a una gran mansión, hogar de uno de los principales responsables de la condena. Era hora de dejar la sensibilidad de lado y sacar toda mi crueldad a flote.
Ingresé en aquel aposento apestado de humanidad, a estas alturas el hedor humano me repugnaba. Caminé lentamente registrando el lugar y pude apreciar con gran exitación que allí una familia completa descansaba. Era la oportunidad de poner a prueba mi ingenio nuevamente. La familia del culpable pagaría primero, a veces el dolor de los seres queridos se siente con más fuerza que el dolor propio. Antes de morir su castigo sería presenciar la muerte de su parentela.
Ya en la habitación, lo vi, un cebo grasiento, indigno ser humano, inmerecedor de vida. Junto a él reposando se encontraba su bella mujer, para nada merecedora de aquél mórbido ser. La gran sala separada por una imponente cortina dividía el lugar con la habitación de los pequeños, un niño de no más de 5 años y una joven hermosa de unos 18, que por cierto tendría un papel especial esta noche.
Ya conocidos los protagonistas de la función, me dispuse a comenzar. Con mi aliento hipnotizador alejé de la realidad a la mujer y sus hijos, para preparar al inmundo en su palco preferencial.
Utilizando las cortinas até al hombre a una silla impidiéndole escapar, y para asegurarme lo paralicé con mi aliento. Era hora de comenzar. Tomé materiales que en la misma casa encontré. Hilos y una aguja de hierro. Al instante del primer contacto un hilo de sangre corrió por su cara. Empecé a coser sus párpados a su piel para asegurarme de que luego no intentara cerrar sus ojos. Exitado disfrutaba viendo el hilo incrustarse en su piel, y cómo la aguja perforaba su cara sin compasión. Reconozco que a veces la tentación me empujaba a desgarrar esa delgada capa de piel que cubría sus ojos. También disfrutaba oyendo sus gritos de desesperación y dolor, al saber que la parálisis no le permitía reaccionar. Ya terminados sus ojos sentí que unas simples cortinas a modo de sogas era algo muy vago para amarrar a tan inmundo ser. Tomé unos extraños cubiertos, muy parecidos a tenedores comunes, y con esto me dispuse a clavar la piel grasienta de sus brazos a la madera de la silla, pero su poca elasticidad me obligó a adaptar un poco sus huesos. Tomé un madero y comencé a azotarlo contra sus hombros. Un hermoso sonido se escuchó cuando sus huesos tronaron con el último golpe. Ahora con sus brazos dislocados pude clavar su piel por fin a la silla. Todo listo. Sin que dejara de gemir como niña me acerqué a su familia, pero oí entre llantos la voz del sentenciado: "¿Quién eres, por qué haces esto?". Yo me limité a responder: "Sólo cobro lo que debes por lo que hiciste". Luego de esto tomé con mis manos el cuerpo paralizado de la mujer, y antes de comenzar agregué: "Disfruta del espectáculo pestilente humano". Me acerqué a las brasas de la chimenea y las esparcí por el suelo. Como un juguete posé los pies de la mujer sobre la madera carbonizada, y disfruté la canción del sufrimiento acompañada de un olor a carne quemada que poco a poco se acrecentaba. Terminado esto golpeé el vidrio de un espejo cercano, y con un trozo de éste comencé a rasgar el vientre de la mujer. Deseaba ver ese interior descubierto, mis manos felices jugaban con sus órganos que rápidamente dejaron de funcionar. Su cuerpo sin vida yacía inmóvil frente al culpable que se encontraba ahogado en un mar de lágrimas. Con mis manos tomé el corazón de la mujer y lo saqué de su lugar, para acercarme al obeso grasiento y pasarlo por su cara que enseguida de rojo se tiñó. Luego de esto dejé el órgano en sus piernas.
Una muerte rápida, aún quedaban dos víctimas de las cuales disfrutar y el tiempo corría en mi contra, la tortura debía ser lamentablemente corta, pero en los jóvenes me desquitaría. Debía continuar con la sentencia...

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 6

Capítulo 6
"Complicidad"

La sangre en mi cuerpo me hacía sentir una vitalidad renovada, como si pudiera sentir la fuerza ajena entrando en mi corazón. El lugar era propicio para pensar, ordenar y analizar mi nueva vida. Aún no la conocía realmente, la condesa de mis deseos. ¿Realmente quería abrir esa habitación para encontrar respuestas? ¿Acaso no podía ser verdad que sólo deseaba abrirla para encontrarme de nuevo con esa diosa de la noche y volver a sentir el placer de su cuerpo? Ciertamente me había cautivado. Ya no deseaba volver a mi triste vida humana, rutinaria, solitaria y sin intereses. Ahora sólo soñaba con estar a su lado, disfrutar de la sangre, y aprovechar la virtud de la vida eterna con Erzsebet. Pero para eso debía ayudarla, si ella seguía encerrada sin la sangre que nos da la vida, no resistiría mucho más.
Ahora que tenía mi vida un poco más clara, debía dormir, descansar, encontrarme en un sueño ardiente con mi amor, para luego cobrar venganza de aquellos que en el juicio habían participado. Uno a uno sufriría las consecuencias de su desición.
Sueños de un vampiro, que distintos a los humanos son. Poder soñar con realidades, crear nexos que despiertos es imposible crear, y manejar el tiempo a nuestro antojo son virtudes difíciles de rechazar.
Aún inexperto de este poder, Bathory se encargó de demostrarme hasta que punto mis sueños son realidad. Poder caminar libre, sin la prisión terrenal, era la única manera que Erzsebet podía usar para salir de esa habitación. Ahí comprendí, cómo fue capaz de encontrarme, seducirme y manejar el tiempo como ella quería. Que deslumbrante mujer, tan poderosa y hermosa, aún me tenía encantado con su mirar. Pero en este sueño mágico me hizo ver que no hay tiempo, no queda fuerza, su poder se apaga, sólo mi crueldad y venganza la pueden salvar. Gustoso mi bella condesa, nunca imaginé que disfrutaría del sufrimiento humano.
Hora de despertar, no hay tiempo que perder. La matanza no puede esperar. Increíblemente poseía una sed de venganza incontrolable por algo que nisiquiera me involucraba a mí. ¿Pero qué importa? Deseo matar, la muerte es mi vida.
Mi sangriento letargo me ha entregado nuevos deseos de torturar. Llegó la hora. Debo buscar atuendos dignos de un vampiro, dignos de un pretendiente de Erzsebet, dignos de ensangrentar con la sangre culpable.
Todo dispuesto, mis víctimas esperan, pobres incautos creyentes de la tranquilidad, esta noche se teñirá de rojo, la luna sonreirá con la condena.
Al salir del castillo pude apreciar el cielo estrellado, espectante para el comienzo del espectáculo. Un frío seco me acompaña en mi camino victimario.
Los árboles danzan un baile mortal, los ruidos nocturnos entonan la canción final. Mis pasos marcan el tiempo que pasa y busca sus víctimas entre los respiros forzados de la gente dormida. Es hora de poner a prueba mis poderes. Uno a uno caerán, una muerte silenciosa en sus sueños entrará y los despertará para enjuiciarlos por su estúpida desición.
Mis pies se detienen frente al hedor de la culpabilidad. La primera víctima de la noche una muerte especial tendrá. Acompáñame, oh hermosa condesa, cobra tu venganza en su sueño, mi fortaleza protegerá tu debilidad.
Que hermosa escena me brindas Erzsebet, tu crueldad me hipnotiza. El aliento asustado del culpable prontó se detendrá, es mejor que descanses condesa, yo le pondré el toque final. Su sueño maldito ya carcome sus latidos con lentitud. Su vida se esfuma sin gloria, es hora de terminar, el dolor físico ahora contigo acabará.
Que inocentes al pensar que con una estaca podrían acabarnos. ¿Qué tal si probamos tu defensa contra ti? Hermosa estaca por lo demás, bañada de rojo mejor se verá. ¿Para qué terminar de una vez? Siempre es mejor el dolorido grito desgarrador extendido en el tiempo. Veamos cómo reacciona tu cuerpo.
¡Qué hermosa imagen! Sin duda tu sangre es fuerte y vital, si tan sólo pudieras ver cómo brota de tu cara sin compasión, lástima que tus ojos no resistieran al golpe de tu arma.
Tus gritos ya me están hartando, ¿será tan fuerte tu garganta para la punta asesina?... Así está mejor, a veces el silencio es más desgarrador que el mismo grito.
Pobre, estás desperdiciando esa sangre ahí dentro, estoy seguro que estarás feliz de dejarla salir. Veo que eres resistente, digno de reconocimiento. Dicen que la estaca en el corazón acaba a los vampiros, ¿pero qué pasará con los humanos?. Momento propicio para probar.
Bueno, ¿no hay mucha diferencia no? Has pagado tu culpa con tus propias armas. No puedo evitar reír de gozo, la primera víctima ha caído. Este es sólo el comienzo. Queda una larga noche para disfrutar.
Continúo el camino de la muerte...

sábado, 14 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 5

Capítulo 5
"La Tortura"

Mi vida se volvió malvada, y no lo niego, lo disfrutaba. Me había escogido a mí, porque conocía cada detalle de su vida, sabía que no me negaría a ayudarla, y yo deseaba verla vivir, mi alma se había corrompido, y ya no lo podía revertir. Yo deseé con tanta fuerza esto que ahora no podía rechazarlo. Ser un hijo de la noche, cómplice de Erzsebet, disfrutar el sufrimiento, sentir el placer de torturar, nunca imaginé que realmente llegaría a esto.
Luego de salir del castillo comencé a sentir nuevamente la sed de sangre, esta vez acompañada de hambre de tortura, por lo que antes de ir en busca del preciado artefacto, necesitaba saciar mis necesidades.
La luna se había apoderado del lugar y la bruma invadía cada rincón de la ciudad, quién lo diría, el escenario perfecto para mi comienzo. Comencé a sacar provecho de mis virtudes, oler el miedo y la sangre fresca de jóvenes chicas, sin duda cualidad adquirida de mi bella condesa. Caminando por las calles abandonadas de la ciudad, no demoré mucho tiempo en encontrar a la chica perfecta. Sin superar la mayoría de edad, su virginidad se olía a la distancia. Su inocencia contrastaba con su exquisito cuerpo, carente de nada, abundante de todo, cuerpo que yo deseaba, deseaba tomar, torturar, disfrutar. Mi lado demoniaco me invadió en ese instante en demasía.
Caminé hasta ella con total normalidad, al llegar a su lado mi exitación se acrecentó al ver su expresión de terror cuando vio mi palidez sobrenatural, pero noté que mi encanto vampírico la había seducido, entonces, siguiendo los pasos de Erszebet, tomé la suave mano de esa inocente virgen y la acerqué a mi cuerpo. La besé con tanta pasión que podía sentir la exitación de la chica en su acelerado latir del corazón. Cuando sentí su húmedo ser extasiado rasgué sus ropas con una fuerza brutal que hizo que la joven chica botara una lágrima. Tomé su cuerpo desnudo y lo acosté en el frío suelo del callejón. Ella todavía en trance, se dejaba manipular fácilmente. Mi lengua recorrió su cuerpo. Sus piernas suculentas, su vientre y sus virginales pechos, todo cubierto de placer, hasta que mi boca tocó su cuello. Había llegado la hora. Con una suave mordida succioné su vitalidad, pero ella, llena de placer aún, no atinaba a reaccionar mas que con sensuales gemidos. Pero esto no había terminado, era sólo el comienzo, quería seguir disfrutando. Mientras ella permanecía inconsciente la trasladé al castillo, y preparé la diversión. Como niño con juguete nuevo, como un gato juega con su presa, me divertí preparando la tortura. Mi ingenio expresado al límite produjo un escenario digno de orgullo. Sus pies amarrados a una cadena que daba a un extremo de un aparato y sus manos del otro extremo, boca abajo con su vientre sobre una serie de estacas y en su espalda un pilar que haría una canción con sus huesos en la función final.
Aburrido de esperar, decidí despertarla por mis propios medios para jugar con ella. Con un simple botón, una de la estacas penetró su vientre, provocando el grito aterrador y el brotar descomunal de sangre que se iría almacenando en la tina que utilizaría después. Así disfruté gustoso la penetración de cada una de las estacas, ubicadas inteligentemente para no provocar la muerte de la muchacha de inmediato. Al sentir sus lamentos agonizantes, me compadecí y quise terminar con su sufrimiento de una vez. Accioné el pilar que con fuerza golpeó la espalda, y pude sentir excitado el tronar de los huesos que estallaban con el contacto feroz. Riendo fuertemente al ver sus costillas rasgar la carne luchando por salir disparadas por su vientre perforado.
Terminó la función. Éxito total, la euforia sufrida de la chica se detuvo con un último gemido antes de morir destrozada en su virginidad, y yo disfrutando el espectáculo feliz como un pequeño niño. Ahora tocaba el baño después del trabajo, la tina lista con la sangre de la joven me esperaba, era hora de descansar.

jueves, 12 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 4

Capítulo 4
"El Castillo"

No podía soportar mucho más, sabía que si no llegaba pronto al castillo, terminaría sucumbiendo. Intenté tranquilizarme y buscar el camino. Estaba perdido. Pero inexplicablemente comencé a oír la voz de esa bella mujer otra vez. Me pedía ayuda, me decía que me dirigiera al castillo y encontraría las respuestas que buscaba. Por alguna extraña razón me dejé llevar por su voz, y como si conociera desde siempre el camino, me dirigí directo a las puertas del castillo, sin antes dejar de sorprenderme por el desolador ambiente que contemplaba.
Cada paso significaba ver un nuevo cuerpo de una joven muerta en horrendas condiciones. A medida que me acercaba las escenas eran mas horribles. Jóvenes empaladas por doquier, otras tantas en posiciones escalofriantes, con su cuerpo destrozado por artefactos inimaginables. Niñas envueltas en colchas de espinos, colgando de árboles ya impregnados de la muerte circundante. Otras tantas mutiladas, mujeres sin su cabeza colgadas de sus pies amarradas con cadenas punzantes. Mis ojos no soportaban más dolor, pero dentro de mí, ese lado demoniaco que me invadía, me entregaba placer con estas escenas, una sensación de gozo y de deseos de sentir esos cuerpos sin vida entre mis manos.
Logré resistir la tentación, la sangre que había consumido me había ayudado a contener mis impulsos.
Llegué a las puertas de aquel imponente castillo, y ya acostumbrándome a las escenas de tortura, pude ver en la entrada un pasillo hasta las puertas guiado por numerosos maderos con las cabezas de las jóvenes asesinadas incrustadas en las puntas.
En ese momento volví a oír la voz, "entra". Sin pensarlo lo hice, ingresé al corazón de Csejthe, y en su interior no detenían los cuerpos torturados de las jóvenes. Comencé a registrar los inmensos salones, sin encontrar nada que me ayudara a aclarar mis dudas, hasta que de pronto, en el rincón del salón principal vi una extraña silueta. Me acerqué y pude apreciar un artefacto muy extraño, pero a la vez muy similar a una mujer, de hierro, que poseía cabellos dorados hermosos. En ese instante recordé uno de los tantos textos que leí sobre la leyenda. "La Virgen de Hierro", frente a mis ojos el artefacto predilecto de la condesa, utilizado para conducir a las condenadas a una horripilante muerte. Pude apreciar que tenía manchas de sangre fresca, testimonio claro de que algo raro ocurría, ya eran demasiadas cosas que me hacían pensar que no me encontraba en mi tiempo, necesitaba encontrar la respuesta antes de sucumbir a la locura.
Un instinto extraño me hizo alzar mi mano y colocarla sobre la sangre que cubría el cuerpo metálico. Justo en ese momento no pude contenerme a saborearla, pero en el mismo instante que mi lengua sintió su sabor, un fulminante golpe de fugaces imágenes me invadió con tanta fuerza que perdí la conciencia por unos segundos.
Extrañas situaciones aparecieron en esas imágenes, tan veloces pasaron que no tuve tiempo de asimilar cada una. Una pequeña solitaria, seguramente Erzsebet. Una tina ensangrentada, gritos doloridos de sufrimiento; muerte. Un juicio y una habitación solitaria con la silueta de una mujer en el centro. ¿Qué sentido tenía todo esto? Luego de estos recuerdos ajenos volví a despertar, más confundido que con respuestas, sin saber que hacer. Seguí caminando por los eternos pasillos, pero en un momento sentí una extraña atracción hacia una de la puertas que me hizo detenerme. Justo ahí, escuché nuevamente la voz, "ayuda". Esta palabra provocó en mí un deseo de entrar a la habitación inmenso, pero su puerta estaba asegurada. Sin saberlo a ciencia cierta, algo en mí me dijo que debía buscar esa llave, y abrir aquella puerta que entregaría las respuestas que buscaba. Me había dado cuenta de mis poderes, me había dado cuenta de mi condición, era un vampiro, no había duda de eso, y debía ayudar a la mujer de mis sueños, a Erzsebet, la condesa. Así fue que comencé una historia igual o más tortuosa que la de la misma Bathory, convertido en hijo de la noche, recién iniciando la verdadera historia que me tocaría vivir.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi obsesión. Cap. 3

Capítulo 3
La Retrospección

Toda mi vida la vi pasar en un relámpago de recuerdos, hasta que por fin logré abrir mis ojos otra vez. ¿Estaba muerto? Eso creía, pero todo lo que me rodeaba era muy terrenal. Me puse de pie dificultosamente, aún débil, concluyendo que lo que había ocurrido no era más que un mal sueño.
Comencé a contemplar el ambiente que me rodeaba, la bruma había desaparecido, el día estaba en su esplendor, pero era opacado por las densas nubes que cubrían el cielo y que entregaban al lugar una sensación de solitariedad que no estaba para nada alejado de lo que realmente ocurría.
Solo, en la misma colina que ocurrió todo, confundido, sin entender nada, con una extraña necesidad de aquello que perdí en gran cantidad, "sangre" . Me sentía destrozado, la sed de sangre se volvía cada vez más insoportable. Busqué a mi alrededor alguna respuesta a lo que pasaba, y de pronto mi sorpresa fue tal, que mi cuerpo tembló de una manera inhumana. Frente a mis ojos, estaba aquel castillo que sólo había visto en imágenes, morada de la leyenda, hogar sanguinario, testigo de la crueldad, más vivo que nunca, ni comparado a las ruinas de mis fotografías, estaba en su máxima expresión, alzado al cielo, como en aquellos años en que la sangre bañaba sus paredes con las manos de la condesa.
Csejthe, el castillo de mi obsesión, con su imponente presencia, extraña por lo demás, me invitaba a sus puertas a conocer la muerte. Algo en mi interior me decía que ahí encontraría las respuestas a esta extraña situación.
En mi cabeza la confusión se daba un festín. ¿A qué se debía que el castillo estuviera intacto? El paraje, aunque similar a como lo recordaba, poseía en el aire algo que lo hacía parecer un paisaje de esos años de antaño, 1500, 1600, fecha coincidente a la de la vida de Erzsebet. ¿Tendría relación todo esto con las últimas palabras que escuché de esa mujer? Su nombre, nombre de la condesa. ¿Podría ser cierto? ¿Era realidad lo que ocurría o tan sólo efecto de mi locura? Lo que sí era real eran mi cansancio, curiosidad y la cada vez más fuerte necesidad de sangre.
¿Tan obsecionado estaba con la condesa sangrienta que había llegado a inventar un sueño tan elaborado? La confusión no podía ser mayor, o eso pensaba antes de quedar atónito en los alrededores del castillo. El olor a muerte y podredumbre que asolaba el lugar llegó a causarme náuseas; sorprendentemente podía sentir los olores con una inmensa fineza. De pronto, mi estupor se acrecentó a tal punto que no pude mantenerme en pie. Aún no llegaba al castillo, pero lo que vi me descolocó. Frente a mis ojos, en el piso, un charco de sangre fresca, y sobre él, un mástil de madera, que estaba embetunado en sangre que fluia con fuerza del cuerpo de una joven niña de no más de 15 años que agonizaba en las postrimerías de su vida empalada en la punta de ese trozo de madera. Pude oír su sufrida voz apenas articulada pidiéndome ayuda. Yo estaba con mi cara bañada en lágrimas contemplando aquella escena sin poder realizar movimiento alguno. Pero de pronto un instinto animal comenzó a brotar desde mi interior. El hedor a sangre provocó en mí una exitación demoniaca. No pude contenerme. Me acerqué a aquel cuerpo martirizado, pero en vez de ayudar a esa pobre niña, me encargué de quitarle el último aliento de vida. Una fuerza que no pude controlar me obligó, salté de una forma inexplicable, la miré a la cara, tomé su cabeza con mis manos y de un segundo a otro me encontraba en su cuello disfrutando de aquel líquido vital, sintiendo cómo su corazón dejaba de latir, y el mío volvía a renacer. Mis fuerzas se recuperaban, y de golpe el trance me abandonó. Desperté. Me vi aferrado a aquel cuerpo inerte, y de inmediato lo solté con terror. Caí sobre el charco de sangre, aterrado de mí mismo, con deseos de morir, viendo lo que había hecho, llorando en un mar de lágrimas incontenibles, preguntándome cada segundo que es lo que había ocurrido. Me puse de pie. Corrí, asustado, sin saber qué hacer, sin saber quién era, en qué me había convertido, dónde estaba ni que pasaba... Cada vez más confundido de mi actuar...

Erzsébet... Mi obsesión. Cap. 2

Capítulo 2
"La Mordida"
Durante toda la noche no podía parar de contemplarla, el espíritu vengativo que yo poseía se había convertido en un pobre e indefenso sentimiento de timidez. Su mirada congelaba cualquier intento por hilar las palabras, pero de pronto logré preguntarle acerca de esas palabras tan perturbadoras que había pronunciado. Ella no respondió. Comencé a sentir el nerviosismo de un pequeño niño que quiere declararse ante su inocente princesa, pero repentinamente el nerviosismo cambió por una extrema exitación al sentir que su mano tocaba la mía. El roce de su piel provocó en mí algo que nisiquiera la relación más extrema me había provocado, y sentía cada vez más una fuerza casi insostenible que me empujaba a abalanzarme sobre ella en ese mismo momento.
Todo se detuvo cuando ella por segunda vez pronunció las mismas palabras: "Te estaba esperando", pero esta vez a las palabras les siguió un sensual movimiento de su cuerpo, quien se puso de pie, y sin soltar mi mano se dirigió a la salida conmigo tras de ella siguiéndola embobado por su silueta.
Ya en las afueras del bar, una brumosa niebla cubría todo el lugar, y era casi imposible ver lo que nos rodeaba, pero yo estaba tan encantado que no le presté importancia a lo que ocurría, sólo seguía a esta mujer de la cual ni su nombre conocía, pero qué importaba si sólo su belleza me interesaba.
Después de caminar por unos minutos, ella se detuvo. Nos encontrábamos en una especie de colina solitaria abrazados por la bruma. En ese momento sólo pude atinar a preguntarle su nombre, pero antes de terminar la pregunta ella se acercó a mí y pude sentir sus labios en los míos. No pude resistirme, y eso sólo fue el comienzo del momento más ardiente de mi vida. Al simple beso lo siguió su exquisita lengua experimentada, que jugó conmigo como si fuera un dulce encerrado en su deliciosa boca.
De pronto me vi recostado en el suelo con mis manos en su cuerpo entregado a la naturaleza, y poco a poco era más incontenible la exitación, e incluso casi insoportable.
Pero todo cambió en un segundo. La tenía sobre mí, sus movimientos divinos me tenían fuera de sí, hasta que sentí sus labios en mi cuello, y de un momento a otro toda sensación de exitación se convirtió en dolor, en miedo y confusión. Todo se centró en mi interior, sentía como ese torrente rojizo de sangre se deslizaba velozmente en mi cuerpo; mi corazón latía con una fuerza descomunal que incluso sentía que destrozaría mi pecho. En ese instante, comencé a sentir un latir externo que me descolocó, y luego de eso empecé a perder las fuerzas; era su corazón. Pude ver antes de cerrar mis ojos y perder toda esperanza, a esta mujer pegada a mi cuello disfrutando de mi dolor.
En el poco tiempo que mantuve mi conciencia latente, pude darme cuenta que las historias que me habían obsecionado eran verdad; en ese preciso instante, una criatura de mis sueños convertida en pesadilla; el sueño de ser mordido convertido en el miedo a morir. El arrepentimiento de mi locura me invadió hasta que ya no pude mantenerme consciente por más tiempo.
Justo antes de caer al vacío de la inconciencia, escuché a esta mujer mencionar unas últimas palabras: "Mi nombre es Elizabeth... o si lo prefieres... Erzsébet..."
Después de esto mi cuerpo sucumbió, y mi mente se volvió un abismo sin contenido. Me entregué a mi destino sin contemplar lo que vendría después de esto. Sólo era el comienzo de mi maldición...

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 1

Capítulo 1
"Comienzo del misterio"

La fragilidad de la vida a veces queda en manifiesto con actos tan simples, que poder asimilar cada cosa que ocurre es casi imposible. A veces se trata de loca a la gente que vive sucesos extasiados de misterio e inexplicabilidad, pero cierto es que más loca es aquella gente que juzga sin vivir esas situaciones. Quizás fui un perfecto fracasado, libertino y prejuicioso, pero esto que está ocurriendo nadie que no lo haya vivido lo podría juzgar.
Es de suponer que hablar de vampiros, retrospecciones y vidas pasadas como algo real es una estupidez, pero si es así, que entonces me tilden de estúpido, porque he vivido en carne propia el placer, la lujuria, la obsesión y el afán que me llevarían a experimentar algo sorprendente.
Antes, en mi aburrida vida de diseñador, pasaba mis ratos libres investigando, leyendo y buscando esas fantasiosas historias de supuestos vampiros, y cada palabra relacionada al tema me entregaba un placer enorme. Pero una mujer marcaría mi vida de entre todas estas historias: Erzsébet.
La historia de esta condesa me obsesionó, su vida me cautivó y su leyenda hizo que mi vida rutinaria desapareciera. Cada día, leía y leía, algo hubo que me encadenó, no podía dejar esa historia. Mi vida entera cambió. Incluso soñaba, veía a esa mujer, esa supuesta vampiresa frente a mis ojos invitándome a ir a su mundo. Me volví loco, o eso pensaba, creía que tenía que ir hasta el lugar de aquella historia para calmar mi vida. Gracias a esto, o más bien, por culpa de esto, terminó una relación hermosa con la mujer que amaba, que se aburrió de mi locura y obsesión. Quien lo diría, este hecho marcaría el inicio de una serie de hechos sorprendentes.
Triste y con ganas de vengarme por el abandono decidí largarme de ese maldito lugar e ir directo a mi obsesión: Nyitra, hogar de la leyenda que inundó mi mente de extraños sueños, y mi corazón de frialdad y confusión.
Así fue como en muy poco tiempo me vi sentado en un bar de aquella ciudad embriagándome, pasando las penas, solo, sin nada por lo que luchar, decepcionado de la leyenda que sólo en mi mente quedó, ya que en esa lúgubre ciudad no había más que una oscura soledad.
Pero en ese momento apareció por la puerta del bar la mujer más bella que haya visto jamás, con sus cabellos cobrizos, ojos pardos, y labios que brillaban iluminados por su resplandeciente caminar que hacía danzar sus ropas al son del sutil movimiento de sus pies.
La miré atónito, y sólo reaccioné cuando vi que se sentaba junto a mi en la barra, y en un casi imperceptible movimiento de ojos, los suyos repasaron mi cuerpo, haciéndome temblar y quemarme en un fuego interno que recorrió cada rincón de mi ser.
En ese momento me decidí a olvidar las penas, y disfrutar de una noche de pasión junto a esa ninfa de una sorprendente palidez y una divina belleza. Le invite a un trago, y ella gustosa aceptó, pero de pronto mencionó algo que me perturbó... "Te estaba esperando"...