jueves, 12 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 4

Capítulo 4
"El Castillo"

No podía soportar mucho más, sabía que si no llegaba pronto al castillo, terminaría sucumbiendo. Intenté tranquilizarme y buscar el camino. Estaba perdido. Pero inexplicablemente comencé a oír la voz de esa bella mujer otra vez. Me pedía ayuda, me decía que me dirigiera al castillo y encontraría las respuestas que buscaba. Por alguna extraña razón me dejé llevar por su voz, y como si conociera desde siempre el camino, me dirigí directo a las puertas del castillo, sin antes dejar de sorprenderme por el desolador ambiente que contemplaba.
Cada paso significaba ver un nuevo cuerpo de una joven muerta en horrendas condiciones. A medida que me acercaba las escenas eran mas horribles. Jóvenes empaladas por doquier, otras tantas en posiciones escalofriantes, con su cuerpo destrozado por artefactos inimaginables. Niñas envueltas en colchas de espinos, colgando de árboles ya impregnados de la muerte circundante. Otras tantas mutiladas, mujeres sin su cabeza colgadas de sus pies amarradas con cadenas punzantes. Mis ojos no soportaban más dolor, pero dentro de mí, ese lado demoniaco que me invadía, me entregaba placer con estas escenas, una sensación de gozo y de deseos de sentir esos cuerpos sin vida entre mis manos.
Logré resistir la tentación, la sangre que había consumido me había ayudado a contener mis impulsos.
Llegué a las puertas de aquel imponente castillo, y ya acostumbrándome a las escenas de tortura, pude ver en la entrada un pasillo hasta las puertas guiado por numerosos maderos con las cabezas de las jóvenes asesinadas incrustadas en las puntas.
En ese momento volví a oír la voz, "entra". Sin pensarlo lo hice, ingresé al corazón de Csejthe, y en su interior no detenían los cuerpos torturados de las jóvenes. Comencé a registrar los inmensos salones, sin encontrar nada que me ayudara a aclarar mis dudas, hasta que de pronto, en el rincón del salón principal vi una extraña silueta. Me acerqué y pude apreciar un artefacto muy extraño, pero a la vez muy similar a una mujer, de hierro, que poseía cabellos dorados hermosos. En ese instante recordé uno de los tantos textos que leí sobre la leyenda. "La Virgen de Hierro", frente a mis ojos el artefacto predilecto de la condesa, utilizado para conducir a las condenadas a una horripilante muerte. Pude apreciar que tenía manchas de sangre fresca, testimonio claro de que algo raro ocurría, ya eran demasiadas cosas que me hacían pensar que no me encontraba en mi tiempo, necesitaba encontrar la respuesta antes de sucumbir a la locura.
Un instinto extraño me hizo alzar mi mano y colocarla sobre la sangre que cubría el cuerpo metálico. Justo en ese momento no pude contenerme a saborearla, pero en el mismo instante que mi lengua sintió su sabor, un fulminante golpe de fugaces imágenes me invadió con tanta fuerza que perdí la conciencia por unos segundos.
Extrañas situaciones aparecieron en esas imágenes, tan veloces pasaron que no tuve tiempo de asimilar cada una. Una pequeña solitaria, seguramente Erzsebet. Una tina ensangrentada, gritos doloridos de sufrimiento; muerte. Un juicio y una habitación solitaria con la silueta de una mujer en el centro. ¿Qué sentido tenía todo esto? Luego de estos recuerdos ajenos volví a despertar, más confundido que con respuestas, sin saber que hacer. Seguí caminando por los eternos pasillos, pero en un momento sentí una extraña atracción hacia una de la puertas que me hizo detenerme. Justo ahí, escuché nuevamente la voz, "ayuda". Esta palabra provocó en mí un deseo de entrar a la habitación inmenso, pero su puerta estaba asegurada. Sin saberlo a ciencia cierta, algo en mí me dijo que debía buscar esa llave, y abrir aquella puerta que entregaría las respuestas que buscaba. Me había dado cuenta de mis poderes, me había dado cuenta de mi condición, era un vampiro, no había duda de eso, y debía ayudar a la mujer de mis sueños, a Erzsebet, la condesa. Así fue que comencé una historia igual o más tortuosa que la de la misma Bathory, convertido en hijo de la noche, recién iniciando la verdadera historia que me tocaría vivir.

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