sábado, 14 de marzo de 2009

Erzsébet... Mi Obsesión. Cap. 5

Capítulo 5
"La Tortura"

Mi vida se volvió malvada, y no lo niego, lo disfrutaba. Me había escogido a mí, porque conocía cada detalle de su vida, sabía que no me negaría a ayudarla, y yo deseaba verla vivir, mi alma se había corrompido, y ya no lo podía revertir. Yo deseé con tanta fuerza esto que ahora no podía rechazarlo. Ser un hijo de la noche, cómplice de Erzsebet, disfrutar el sufrimiento, sentir el placer de torturar, nunca imaginé que realmente llegaría a esto.
Luego de salir del castillo comencé a sentir nuevamente la sed de sangre, esta vez acompañada de hambre de tortura, por lo que antes de ir en busca del preciado artefacto, necesitaba saciar mis necesidades.
La luna se había apoderado del lugar y la bruma invadía cada rincón de la ciudad, quién lo diría, el escenario perfecto para mi comienzo. Comencé a sacar provecho de mis virtudes, oler el miedo y la sangre fresca de jóvenes chicas, sin duda cualidad adquirida de mi bella condesa. Caminando por las calles abandonadas de la ciudad, no demoré mucho tiempo en encontrar a la chica perfecta. Sin superar la mayoría de edad, su virginidad se olía a la distancia. Su inocencia contrastaba con su exquisito cuerpo, carente de nada, abundante de todo, cuerpo que yo deseaba, deseaba tomar, torturar, disfrutar. Mi lado demoniaco me invadió en ese instante en demasía.
Caminé hasta ella con total normalidad, al llegar a su lado mi exitación se acrecentó al ver su expresión de terror cuando vio mi palidez sobrenatural, pero noté que mi encanto vampírico la había seducido, entonces, siguiendo los pasos de Erszebet, tomé la suave mano de esa inocente virgen y la acerqué a mi cuerpo. La besé con tanta pasión que podía sentir la exitación de la chica en su acelerado latir del corazón. Cuando sentí su húmedo ser extasiado rasgué sus ropas con una fuerza brutal que hizo que la joven chica botara una lágrima. Tomé su cuerpo desnudo y lo acosté en el frío suelo del callejón. Ella todavía en trance, se dejaba manipular fácilmente. Mi lengua recorrió su cuerpo. Sus piernas suculentas, su vientre y sus virginales pechos, todo cubierto de placer, hasta que mi boca tocó su cuello. Había llegado la hora. Con una suave mordida succioné su vitalidad, pero ella, llena de placer aún, no atinaba a reaccionar mas que con sensuales gemidos. Pero esto no había terminado, era sólo el comienzo, quería seguir disfrutando. Mientras ella permanecía inconsciente la trasladé al castillo, y preparé la diversión. Como niño con juguete nuevo, como un gato juega con su presa, me divertí preparando la tortura. Mi ingenio expresado al límite produjo un escenario digno de orgullo. Sus pies amarrados a una cadena que daba a un extremo de un aparato y sus manos del otro extremo, boca abajo con su vientre sobre una serie de estacas y en su espalda un pilar que haría una canción con sus huesos en la función final.
Aburrido de esperar, decidí despertarla por mis propios medios para jugar con ella. Con un simple botón, una de la estacas penetró su vientre, provocando el grito aterrador y el brotar descomunal de sangre que se iría almacenando en la tina que utilizaría después. Así disfruté gustoso la penetración de cada una de las estacas, ubicadas inteligentemente para no provocar la muerte de la muchacha de inmediato. Al sentir sus lamentos agonizantes, me compadecí y quise terminar con su sufrimiento de una vez. Accioné el pilar que con fuerza golpeó la espalda, y pude sentir excitado el tronar de los huesos que estallaban con el contacto feroz. Riendo fuertemente al ver sus costillas rasgar la carne luchando por salir disparadas por su vientre perforado.
Terminó la función. Éxito total, la euforia sufrida de la chica se detuvo con un último gemido antes de morir destrozada en su virginidad, y yo disfrutando el espectáculo feliz como un pequeño niño. Ahora tocaba el baño después del trabajo, la tina lista con la sangre de la joven me esperaba, era hora de descansar.

1 comentario:

Como peces en el agua dijo...

me dejaste sin habla !!
wuau !!